El Muralismo, expresión alternativa para las identidades
Aproximación Estética y Antropológica
Isaías Mata.
Artista plástico — Antropólogo
La modernidad es un concepto que surge en el Renacimiento como Ia era moderna, en contraste con Ia edad oscura del Medioevo, posteriormente, se fue consolidando en su concepción filosófica, se definía como proyecto de Ia ilustración, y asumió la idea del “progreso” como su paradigma fundamental. Nació en Europa en el siglo VI, de la integración del mundo clásico, pero superándolo a la vez; por ello, la idea de que el “progreso” Ileva implícita la noción de evolución, lo cual, nos conduce a la idea de que lo nuevo siempre es mejor y lo último mejor que lo primero.
Los conceptos de progreso y globalización se expresa por primera vez en Francia, en las postrimerías de 1769, y trató sobre pintura y escultura, luego influyó en los productores industriales y a la industria, dándose consecuentemente la Revolución Industrial. Su continuidad se dio hasta mediados del siglo XIX en donde se internacionalizó; ya en el siglo XX, la idea de progreso se trasladó a los Estados Unidos donde tomó más protagonismo y auge.
La idea del “progreso” fue implementada en Latinoamérica desde Ia Revolución Industrial, haciendo su presencia como táctica de expansión, mercado, control y dominación del tercer mundo, una distribución disímil que contribuyó profundamente a los cambios, y a una nueva identidad en toda Ia región Latinoamericana. Llevaba implícita la hegemonía del poder político y económico de los países europeos, sobre los países periféricos.
El modernismo aparece con más ímpetu en la mitad del siglo XX, con el nuevo concepto de posmodernidad, ya con nuevos instrumentos y más remozado, surge como contraste y continuación del modelo de modernidad, ideada en los términos de una nueva etapa histórica que viene a fortalecer Ia idea de fe y esperanza, el “progreso” y la uniformidad de los países periféricos, que en otros términos significa potenciar todos aquellos valores que coadyuvan a un mejor desarrollo del libre comercio internacional, la competencia y el libre mercado a través de la tecno-industria, la tecno-ciencia y las comunicaciones; expandiendo así el capital internacional en los países en vías de desarrollo.
Este proceso ha propiciado un anti desarrollo, una asimetría en las transformaciones económicas, sociales y de las identidades culturales de los países que no participan en las definiciones de las reglas del juego.
Desde su nacimiento la modernidad y la posmodernidad siempre se han manifestado y promovido a favor del desarrollo; su filosofía, que no es otra cosa que una política económica, so pretexto de beneficiar y universalizar las grandes bondades y beneficios del “progreso humano” a todos los países periféricos; introduciendo cambios en las conciencias de las sociedades en búsqueda de valores a favor de la supuesta democracia y el pluralismo.
El postmodernismo es un proyectos político-económico con un discurso público retórico, constituyendo una forma de pensar, que implica invariablemente formas de conducirse, es una característica que se impone en este nuevo milenio, que podría clasificarse o entenderse como una nueva conciencia o identidad posmoderna.
EL ARTE EN LA POSMODERNIDAD.
En este milenio, Ia posmodernidad como el fin de obtener “el progreso evolucionado”, que nos somete a entrar en el concierto de las relaciones mundiales con un carácter de “igualdad y competitividad”, lo cual es falso en nuestros países. Si Ia modernidad glorifica como valor esencial lo “Ultimo” y el “progreso” entonces: ¿Cómo podemos definir Ia posmodernidad en América Latina o en nuestro país? ¿Y cómo se encuentra el arte y Ia cultura en nuestras sociedades? ¿Y qué son ahora nuestras identidades culturales? ¿Arte para qué y para quién debemos producir?
Si a esto agregamos que la gran potencia económica sigue siendo Estados Unidos y su mundialización, aparece claramente como una especie de norte americanización del mundo, imponiendo a otros países su modelo político, económico — socio, cultural, artístico, su propia visión del mundo y su lengua, intentando sustituir al otro —. Es así que, podemos entender que la mundialización es como una nueva norte-americanización del globo que aspira, por un lado, Ia hegemonía económica y, por el otro, a Ia hegemonía política. Este hecho pone de manifiesto que Ia mundialización afecta Íntimamente la cuestión de la cultura y el arte, más que los siglos anteriores
Esto nos motiva a pensar sobre cómo está la conciencia y el pensamiento, y no hay duda que está fragmentado con un subjetivismo y hedonismo empoderado hacia el individualismo y consumismo, que marca y demarca nuevas estructuras conductuales y del pensamiento, como es el posicionamiento de nuevos patrones en el mundo de los lenguajes, tanto lingüísticos como de otras práctica socio culturales, y en ese fragor se encuentra el arte con su lenguaje simbólico, nuevos paradigmas y patrones
Entonces, se ve claramente un panorama con “un nuevo orden mundial” donde nuestros países siguen siendo parte de ese gran cordón hemisférico, subalterno, sin tener Ia oportunidad de participar en Ia configuración de las reglas del juego político, económico, ni cultural, mucho menos en determinar e incidir con el arte. Un escenario donde se hegemonizan “modernamente las artes y las culturas” para que sea objeto de las supuestas bondades universales a favor de las identidades de nuestros pueblos; pero que en realidad, esto es falso, y tiene una fuerte influencia en la creación de nuevas pautas y patrones, del cómo hacer arte en el entramado del mundo cultural.
En rigor a ese gran marco, el arte y la cultura son parte activas en las relaciones. Entonces, se hace necesario aproximarse a tales conceptos: primero ¿qué es cultura? Para el antropólogo inglés Edward B.Taylor, Ia cultura es: “Ia totalidad compleja que incluye conocimientos, creencias, arte, ley, moral, costumbres y cualquier otra capacidad y hábitos adquiridos por el hombre en cuanto miembros de una sociedad”.
Geertz (antropólogo inglés) Ia define como: “Acción simbólica pública. Sistema semiótico sujeto a Ia interpretación, no es física, pero tampoco está oculta, es pública por que la significación lo es. Consiste en estructuras de significación socialmente aceptadas”[1] y el Diccionario Marxista de Filosofía expresa lo siguiente: (del latín Cultura, cultivo, elaboración). Conjunto de todos los aspectos de Ia actividad transformadora del hombre y la sociedad, así como de los resultados de esta actividad.
Y la UNESCO: "La cultura… puede considerarse…como el conjunto de los rasgos distintivos, espirituales y materiales, intelectuales y afectivos que caracterizan una sociedad o un grupo social. Ella engloba, además de las artes y las letras, los modos de vida, los derechos fundamentales al ser humano, los sistemas de valores, las tradiciones y las creencias."
Como se puede apreciar, los conceptos aluden de manera directa o sugestivamente a Ia aprehensión de Ia vida en un contexto de culturización — socialización, donde Ia cultura es aprendida con su mundo simbólico y que es identitaria, proveyendo dispositivos para que los seres humanos socialicen patrones de conducta, formas de pensamiento, de sentir y de comunicarse en el seno de los grupos humanos o sociedades tradicionales y complejas; una dinámica social que crea consecuentemente sistemas de códigos de comunicaciones y de relaciones, que varían según los marcos históricos geopolíticos y culturales.
En esta línea se entiende que el arte es parte activa y viva de la cultura y acercándonos, a nuestras sociedades globalizadas surge la pregunta: se produce ”Arte para qué y para quién?, un tema que motiva a incursionar en el análisis y la reflexión estética, combinado con categorías históricas, sociológicas y antropológicas, que permiten de alguna manera, contribuir a una mejor aproximación interpretativa sobre el ejercicio y la práctica de las artes visuales y de todos aquellos elementos mágicos, nacidos y transformados en nuestros nichos culturales; de cómo estos valores se han fortalecido, son perpetuado y son resistencia en las sociedades.
En la historia pasada y del presente se revelan consecuentemente procesos como la transculturación y aculturación, donde incurren flujos y reflujos de incidencias hegemónicas y de resistencia, de patrones y pautas socio-culturales y de una ética que, paulatinamente, modela conceptualmente el arte y el universo de la cultura
Para aproximarnos un tanto al arte, Según G. Lukács “es pues, una de las formas por las cuales el mundo, la realidad se descubre al hombre... y al mismo tiempo, lo que explica la supervivencia de la verdadera obra artística, es su capacidad de reflejar la realidad, la fuerza y profundidad con que se capta la esencia de lo real[2]. El diccionario filosófico lo define como:”forma específica de la conciencia social y de la actividad humana consistente en un reflejo de la realidad a través de imágenes estéticas; constituye una de los procedimientos más importantes de la aprehensión estética del mundo”[3].
Leonardo Da Vinci, decía “forma de reflejo y conocimiento de la realidad. Esto, nos afirma que es una expresión, un producto sensible de comunicación en el mundo de las relaciones humanas y de producción, es praxis en las distintas sociedades y culturas, periodos y modos de producción. Entonces, el arte es importante en el desarrollo de la cultura, es parte de sus componentes tangibles, que se derivan activamente de la superestructura, es activo en la categoría de la conciencia, tanto del sujeto social como colectivamente.
¿Arte, para qué y para quiénes?
La práctica y el ejercicio del arte en los actuales tiempos de la posmodernidad o del nuevo coloniaje político, cultural y estético, es mucho más complejo, pues es escabroso el camino en la difusión, la libertad de creación-su autonomía- y en la incidencia que este puede tener socialmente hablando, pues, sigue manteniendo de alguna manera los mismos paradigmas, las estructuras y las relaciones que nacieron en las pasadas relaciones asimétricas, cuando nos imaginaron y construyeron como sociedad.
El arte puede tomar dos o varias posturas, las que pueden ser antagónicas y posiblemente irreconciliables, una contradicción dialéctica.
Primero, el arte al no intentar reflejar objetivamente la realidad, se queda instalado en la más radical subjetividad, dejando de ser un lenguaje no entendido o no interpretado por todos, o lleno de valores intrascendentes apegados al sistema imperante. Así como también, al perder la capacidad de abstraer la realidad y de no convertirse en un lenguaje poético, el arte perderá también toda significación como medio, instrumento u aporte de transformación a las conciencias del artista y con ello de la realidad de su comunidad. García Canclini, expresa: “La autonomía del campo artístico, basada en criterios estéticos fijados por artistas y críticos, es disminuida por las nuevas determinaciones que el arte sufre de un mercado en rápida expansión, donde son decisivas las fuerzas extra culturales”[4].
Por otra parte, en el escenario del arte se develan posturas estereotipadas, “arte por el arte”, producir las mismas imágenes a grandes escalas con contenidos que se convierten en clichés o bien en simples objetos decorativos y a veces niegan hasta deforma Ia identidad cultural. Entonces, los mensajes se quedan por un Iado, como producto a Ia reducida demanda de un pequeño sector, privilegiando el aspecto decorativo, evadiendo el compromiso social e histórico.
Existen otros factores paradigmáticos, propios de Ia interrelación y de Ia relación de las y los artistas tienen en su reducido entorno, donde despliegan sus obras, también está perentoriamente el abordaje y la perpetuidad falsa en Ia comunicación con los públicos receptores, como es la falacia que: Ia gente común y corriente, -es decir Ia clase subordinada - que no tiene el poder económico de adquirir una obra, o aquella que no visita los "recintos cultos” del arte, es “ignorante” o que no sabe nada del arte, y lo peor de todo es que se le tipifica como inculta, o que no entienden lo “culto”, y “para qué trabajar para ellos?”, son algunas expresiones muy singulares por los trabajadores del arte. Un gravísimo error histórico, que a estas alturas, todavía se sigue acuñando.
Al no tomar posiciones coherentemente éticas y estéticas conscientes para apoyar Ia reflexión de las transformaciones y Ia convulsionada dinámica que el mundo atraviesa hoy en día en materia de la guerra versus Ia paz. Estas posturas, relaciones y expresiones estéticas, con tales componentes, se alejan de las premisas fundamentales que el arte tiene como cometido humano.
Segundo. Muy por el contrario, está el arte que nos entrega aspectos profundos de Ia condición humana, de Ia historia, de los anhelos, de Ia naturaleza, lo esencial de Ia realidad, a través de imágenes con códigos capaces de ser descodificados imaginativamente por los receptores, donde los mensajes estén llenos de un lenguaje poético de Ia vida, donde se funde lo formal y el contenido, adquiriendo un compromiso social independientemente de los mercados y de grupos, con el ánimo de postularse por ser socializante, que intenta propiciar un pensamiento crítico y reflexivo.
Un arte que es valioso de comunicación plena, incidental en los procesos socio culturales, se convierte en instrumento sensibilizador y humanizante, puede ser voz con color, imágenes, líneas, manchas, testimoniales etc., de los tiempos y espacios que les tocó vivir a y los artistas.
Además, con ello se puede alcanzar a provocar Ia reflexión, a Ia experiencia emotiva, influir sobre las demás, en alguna medida contribuir, cualitativamente a Ia transformación de Ia realidad y del ser humano, puede llegar a ser un medio de acompañamiento a los anhelos, a las gestas, al rescate y la preservación de la memoria histórica de los grupos y sociedades, lo cual es signo de liberación y enriquecedor de Ia realidad e historia.
En el bicentenario y en la nueva era, el muralismo se postula como expresión alternativa a favor de los pueblos.
Una gran cortina de humo se ha expandido este año con la celebración del Bicentenario, ocultando los problemas más sentidos que afectan el desarrollo y la vida digna de los pueblos, casi todos los gobiernos de América Latina se están gastando millones de dólares en celebrar irreflexivamente y sin análisis de una historia del pasado oscuro, y de la historia del presente, y sobre todo sin una proyección de futuro que dignifique a nuestros pueblos que viven en una escalada de pobreza.
Muchos hechos históricos siguen siendo invisibilizados e impunes, nuestros pueblos étnicos, y los sectores populares, siguen sufriendo la marginación y el atropello, la migración como una pandemia crónica, y la historia sigue siendo oficial y lineal.
Frente a este fenómeno de la globalización del bicentenario, el muralismo o arte público, tiene el desafío de incidir para provocar la reflexión, redescubrir y expandir todas las grandes posibilidades que tiene el signo estético visual y resemantizárlo para la recreación iconográfica de la realidad, de buscar los vacíos que tiene el arte en el marco de la producción de los mensajes y en la promoción y difusión,
Vinculado por supuesto no solo a reducidos grupos, sino también a las grandes poblaciones donde se pueda propiciar un diálogo más abierto y humano con todos los sectores posibles. Para obtener a través de este diálogo una dinámica profunda con el entorno y los hechos socio culturales.
El arte público, es un instrumento que gradualmente va tomando más espacios para abonar a fortalecer la categoría de la conciencia social, que con sus signos o imágenes estéticas refleja la cosmovisión de la sociedad con un carácter activo, infinitamente creador e inagotable, que reclama nuevas formas de aprehensión de Ia realidad para su transformación, lo que representa consecuentemente un instrumento educativo y nos permite reafirmarnos y reafirmar a los seres humanos en su tiempo histórico.
El arte público o muralismo junto con las comunidades, nos entrega aspectos profundos de la condición humana, de la historia, de la naturaleza, lo esencial de la realidad, a través de imágenes con códigos capaces de ser descodificados imaginativamente por los receptores y sus creadores, donde los mensajes están llenos de un lenguaje poético de la vida, donde se funde lo formal y el contenido, adquiriendo un compromiso social independientemente de los mercados, las modas, la manipulación de la libertad de creación y de la instituciones políticas.
Intenta provocar la experiencia emotiva, influir sobre los demás, es decir la “otredad” contribuir en alguna medida cualitativamente a la transformación de la realidad y del ser humano, es un medio de acompañamiento a los anhelos, a las gestas, al rescate, la preservación y promoción de la memoria histórica pasada y presente de los grupos y sociedades, lo cual es signo de liberación y enriquecedor de Ia realidad y de la memoria histórica.
A manera de Conclusión.
Sabemos que tenemos un panorama crucial y caótico frente al nuevo orden mundial, el arte no se escapa a Ia globalización o Ia mundialización, también, hasta cierto punto sabemos cuáles son las posturas y las acciones de las y los artistas con su obra. Así como también conocemos que en las plataformas políticas de los gobiernos centrales y municipales, independiente del color de Ia bandera política, el arte y la cultura, son los grandes ausentes. Un rubro que no califica para sus intereses pragmáticos y políticos, además, de reflejar una gran insensibilidad hacia el arte, hay una incapacidad, ignorancia y voluntad política de propiciar verdaderos procesos socio culturales, de estimulación a Ia producción, promoción y difusión, para que el arte sea un pleno protagonismo incidental en Ia población: y si existen, estos son meros remedos, parches maquillados e insuficientes, que son usados a conveniencia durante los procesos electorales, o bien para satisfacer cierto ego político, como es el caso turístico.
No se pretende delimitar unilateralmente una sola lógica de Ia producción para qué y para quién?. Ni mucho menos que el arte sea una totalidad realista o naturalista, mucho menos uniforme, vertical u horizontal en los contenidos, o que esté enmarcado bajo Ia misma forma interpretativa e ideológica, ni muchos menos que los mensajes sean de manera unilateral, ni tampoco limitar sus radios de acción o condicionar o manipular la libertad de creación. Sino que se trata de provocar Ia reflexión para redescubrir y expandir todas las grandes posibilidades que tiene el arte, de resemantizárlo con su signo para Ia recreación de Ia realidad, vinculado por supuesto no solo a reducidos grupos, sino también a las grandes poblaciones donde se pueda propiciar un diálogo más abierto y humano con todos los sectores posibles, para obtener a través de este diálogo una dinámica profunda en el proceso de retroalimentación, tan necesaria para el ejercicio del arte.
Por lo tanto, esta conversación tiene ese espíritu de reflexionar sobre Ia sensibilización y lo inherente que el arte plástico tiene de ser humanizante, de rebasar el ámbito del creador, de Ia historia, de lo ideológico y de su geografía, de incidir profusamente en el aspecto humano, en cómo poder recrear y reflexionar sobre nuestro mundo caótico, sobré nuestra historia pasada y de presente, con miras al futuro y en cómo religarnos con nuestra sociedad. .
Reitero que en esencia el arte debe ser un diálogo abierto con el tiempo, el espacio y su sociedad, se debe a Ia condición humana, debe ser un puente entre autor- obra con los seres humanos, debemos buscar esa autonomía relativa y Ia libertad estética que gradualmente se pierde, para no reducirla sólo a los ingredientes ideológicos, ni del mercado, pues el arte es más que esto, y puede ser contradictorio o apologético, puede ser narrativo, épico o lírico, en fin, es parte de su carácter dialéctico en el marco de las relaciones comunicacionales. Es un instrumento de Ia categoría de Ia conciencia social, que con sus signos o imágenes estéticas refleja Ia cosmovisión de Ia sociedad, pero ojo, este reflejo estético no es pasivo, sino que es activo, infinitamente creador e inagotable, que reclama nuevas formas de aprehensión de Ia realidad para su transformación, lo que representa consecuentemente un instrumento educativo y permite reafirmar a los seres humanos en su tiempo histórico.
Canclini, plantea: “el discurso estético ha dejado de ser Ia representación del proceso creador para convertirse en un recurso complementario destinado a “garantizar” Ia verosimilitud de Ia experiencia artística en el momento del consumo”[5]. Entonces aunemos a Ia reflexión para enfrentar racionalmente y asumir una responsabilidad más seria de cara a los embates, anexado por supuesto, a esa capacidad humana, que se revela en el pensamiento, en Ia abstracción y recreación de nuestro mundo incoherente, y procurar procesarla con ricos marcos en símbolos significativos, o al menos recrearlos para apoyar a Ia reflexión plástica.
Y sobre todo, lo que nos compromete mayúsculamente con Ia responsabilidad histórica que tenemos, de recrear semánticamente y revalorizar e interpretar los cambios mundiales y simbológicos, para darle un corpus y un espíritu más significativo al arte, a la cultura y a nuestras sociedades.
Bibliografía consultada.
I Hauser, Arnold. “Historia Social do Ia Literatura y el Arte”
Tomo I (de 3) Editorial Labor, 18 edición, Barcelona 1983.
2 Jhanijicolau, Nicos. “Historia y Lucha do Clases” Editorial
Proceso, Moscú. 1987.
3 Damian, Bayôn. “América Latina en sus artes” UNESCO,
Sexta edición 1987.
4 Vásquez, Adolfo Sánchez. “En Torno a las Ideas
Estéticas de Marx y los Problemas de una Estética
Marxista”, Editorial Era, México 1979.
5 Barfields, Thomas, “Diccionario de Antropología” Siglo
Veintiuno editores, Primera edición en español. México
2000.
6 Canclini, Néstor García, “Culturas Hibridas’ Paidos,
Argentina 2001.
7 Diccionario Marxista de filosofía” Ediciones de Ia cultura popular.
8 Hope Ponce, Margarita Elena y Mora, Guiarte
David, “Diccionario de antropología en la ENAH” México
2000
[1] Hope Ponce, Margarita Elena, Mora, Guiarte David. “Diccionario de antropología en Ia ENAH”, Tesis. México, 2000
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